Promediando el otoño del 2001, entre las muchas cosas que ignoraba, la forma de romper con una relación de casi 6 años era una de ellas.
Una crisis irreversible se anunciaba cuando nos encontramos proponiendo una variante de open couple ojos-que-no-ven style.
De esa época, en la que además descubrí que la marihuana no sólo no es mala sino que es buenísima, recuerdo las sesiones de estudio en el depto de Willy, hijo de una de las familias más ricas del país y, en aquél entonces, miembro del partido obrero. Un trosko muy raro, al que debo reconocerle el mérito de señalar la entrada al tramo de decadencia de mi relación.
Hurgando en la colección de discos de su hermano, encuentro Reverence, de Faithless. El disco guardaba perlas maravillosas que jamás hubiera encontrado de otra manera, por más que sonaban en mi cabeza de algún otro lugar, desconociendo que eran de este grupo integrado por Maxi Jazz y Sister Bliss, y producido por Rollo, hermano de Dido, que también cantaba ahí.
Ese disco me lo grabé en mp3 y cumplió de alguna manera la función de banda de sonido de mi separación con S, cuando nos dimos cuenta que lo que nos pasaba era algo mucho más complicado que querer conocer otros cuerpos. tiempo después lo perdí en una borrada de datos y nunca más pude recuperarlo.

Este fin de semana, bajando música, encontré al disco en cuestión.
Y fue escucharlo y fue volver a ese clima de thin ice, el mundo comenzando a derrumbarse, el coqueteo intelectual con el marxismo, mis neuronas listas para entrar en un período de quemadura crónica, mis percepciones abriéndose un poco más modestamente que las de un beatnik, pero abriéndose.

Tener bandas de sonido para determinados momentos de la vida es una de las cosas más lindas que hay.