Hasta que llegue el telegrama

Este blog funcionará hasta que llegue el telegrama de renuncia o despido...

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Friday, September 08, 2006

Como una comedia de enredos (y la puta que lo parió)

Ayer me quedé a dormir chez Chérie. Llegué 19.30, al pedo, porque ella llegaba a las 22 y mi llave la tenía su abuela, que se copó para hacer la guardia el miércoles, que hubo obra de refacciones. Me fui a perder el tiempo a un bar y la noche transcurrió sin demasiadas complicaciones.
Como hoy defendía su tesis del traductorado, un laburo extenso sobre Camus, salió más temprano que yo. El problema fue que me dejó encerrado con llave.
Así que, naturalmente, la llamé para putearla (error, la muy desquiciada monta en cólera fácil).
Como ella no tenía crédito en su celular, me pidió que llamase a su abuela para que venga a abrirme. Le hice caso, la llamo, me atiende y corta. Intento un par de veces más y nada.
La vuelvo a llamar a Chérie para que se vuelva, porque la otra alternativa, mi suegra, estaba en una clase de reiki (no comments). A esta altura, Chérie puteaba y lloraba porque justo el día que rinde la tesis pasa esto. Y yo, aburrido y encerrado, me dediqué primero a mandar un mail al laburo para avisar que llegaría tarde y a avanzar un poco con el artículo que vengo desarrollando estos días sobre la inseguridad. Mientras, seguía intentando con la abuela de Chérie, para ver qué había pasado.
Cuando me logro comunicar con la abuela, me dice "Ah, eras vos? pensé que era un degenerado que llamaba para molestar" (¡¡¡¡¿¿¿¿????!!!!)
Cuando llegó Chérie, estaba hecha un manojo de nervios, llanto y puteadas, no entraba en razón y no me dejaba decirle que si no me hubiera dejado encerrado, yo no me hubiera comportado tan egoístamente como para cortarle su momento de estudio previo a la oficina y hacerla venir a buscarme.
Así que tuve que bancarme los 16 pisos por ascensor de llanto y reproche, más todo el trayecto hasta la estación de tren, donde ya empezaba a sentirme incómodo, ni hablar del tramo del andén hasta la boletería, imaginándome qué pensaría toda esta chusma viendo como una mujer me grita. Por suerte, ya en el vagón se calmó. Le ofrecí arrodillarme y pedirle disculpas (todo con tal de que termine el fucking berrinche) arrancarme la ropa y pedirle a los pasajeros que me den latigazos, lo que sea. Incluso, prestarle mi Yuan de la suerte. Ahí se calmó.
Cuando llegamos a Retiro, antes de despedirnos abro la billetera para buscar mi Yuan.
El billete verde, con esa cara regordeta de Mao, me había abandonado. Lo perdí.
Hay días en los que la suerte la dejo en el otro pantalón.
Hoy, decididamente, fue uno de esos.

2 Comments:

Blogger Nessie said...

palabra de mujer sensible: no tenías que putearla si ese día defendía la tesis, de última te quedabas hasta que viniese su mamá... entendela y no le pidas disculpas porque sí (me puse autoreferencial) sory

9:01 AM  
Blogger Niño Barroco said...

no fucking way, nessie

9:05 AM  

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