Hasta que llegue el telegrama

Este blog funcionará hasta que llegue el telegrama de renuncia o despido...

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Thursday, July 27, 2006

Ayer antes de irme a dormir, comencé a tener recuerdos (es algo raro, yo no me pongo a recordar, sino que un flujo de memorias se desata por motivos extraños) de mi infancia. No sé si después de 4 meses sin fumar marihuana, de a poco voy recuperando sinapsis perdidas o si se trata de un subproducto de mi reconciliación con mi historia. Pero lo cierto es que me remonté a momentos viejos, en "la fábrica", el taller próspero de cinturones que tenían mis abuelos.
Mientras escribo esto me acuerdo el nombre de la marca, ATID, futuro en hebreo.
Le contaba a Chèrie esas imágenes y sabores que venían a mi mente, el café con leche como sólo mi abuela podía hacerlo, un brebaje que con el tiempo pasó a llamarse "lágrima" en cualquier lugar. Me lo servía, empiezo a acordarme, en un vaso verde de Durax. Le contaba de mis incursiones en el oficio de hacer las trabas de los cinturones, esas tiritas de cuero, cuando tenía cinco, seis o siete años, ya no puedo acordarme con lujo detalle de coordenadas.
Y saltando en el tiempo, reconstruyo el reencuentro, poco antes del batmitzváh de mi hermana, y mis abuelos con un pie arriba del avión, económicamente arruinados, yendo a probar suerte a Israel, 2 años después de que mis tíos ensayaran esa salida...
Supongo que frente a la distancia, el teléfono y las fotos no alcanzan. A veces la memoria es fundamental para llenar ese espacio...

2 Comments:

Anonymous Anonymous said...

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5:54 AM  
Anonymous Anonymous said...

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4:27 PM  

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