Mi amigo Joseph y yo compartimos unas cuantas cosas. Ayer concluimos que poseemos la misma mirada en relación al sexo y al amor (no, no somos pareja gay).
Ni él ni yo "garchamos" o "cojemos" con nuestras respectivas novias. No no. Nosotros "hacemos el amor". Es que por más clichés que tenga esa expresión, por más gastada por culebrones y noveletas de la tarde, ninguno se siente en condiciones de decir "nos echamos un polvo con mi novia". Esto por supuesto, no se aplica para mujeres casuales, o de esas que te dejan estacionar la carnaza por fracción o estadía a cambio de fotos de próceres. Con esas, obvio, se coje o garcha.
Lo trágico no es ser un romántico incurable, sino tener los huevos para aceptarlo y transformarlo en un tema de conversación entre amigos y descubrir que uno no está sólo en esto de amar mujeres como si fuera lo más normal.