Desde hace un tiempo que me dejo llevar por la corriente que rigen los links de la blogósfera. En cierta oportunidad, comenté lo fascinante que resulta dar con un nodo que abre el camino a una zona del espacio desconocida. Esta vuelta, llegué por error a una especie de nodo violento: el de los especímenes del mundillo de letras. Paseando por si tuviera un blog, llegó a una historia que involucra a un tal Roland Garron, que hizo mierda su simpático blog de colores, al cual había llegado a través del primero. Decía que este primer blog hablaba de una anécdota donde reseña a un tal Quintin, del que había leído alguna que otra defensa de Samurai Jack en otro blog que habitualmente leo, barradeseriales. Ok, Quintin fue funcionario o algo así, responsable del BAFICI, parece ser que muy resistido. El mundillo del cine, como el de las letras, es otro puterío.
Son unas 40 personas y por lo que uno lee entre líneas sin entender mucho, todos se odian y se mandan palos desde editoriales en las 4 ó 5 revistas, discursos en festivales, etc.
En este blog, entonces, encuentro un link a los TP de bonk!, donde Quintin defiende a Roland Garron, lo presenta en sociedad como Martín Brauer, y comenta como ciertos escritores, aparentemente vinculados a la antología La Joven Guardia, o al mundillo de las letras que se leerán en unos años, ya me perdí si son o no de ahí, amenazaron con cagar a palos a Brauer por agraviar a una señorita, o algo así.
Los links de los involucrados, Daniel Freidemberg y Omar Alfil, permiten sacar algo en limpio de las amenazas y eso. En fin cosas parecidas a veces se pueden leer en algunas entrelíneas de El Interpretador, donde se putean y guiñan ojos entre la gente de Puán. Suficiente labor de cronista web de nimiedades.
Lo único que saco en limpio, es que soy muy feliz por poder ganarme la vida sin hacer uso de eso que me gusta tanto tanto, que es escribir. Molesta no poder publicar, pero amigos, afectos y conocidos siempre están dispuestos a leerme. Estaría bueno tener mis libros en vidriera, pero hacer de eso un estilo de vida, paso. Porque ahí donde está en juego, la guita, la carrera, el prestigio, el entorno competitivo, las minas, las infidelidades, la miseria humana, en fin, se desdibuja todo y no queda nada sagrado. Para eso, prefiero puteríos más triviales. Al menos, hasta que llegue el telegrama.