A mediados del 2002, estaba en el medio de un delirio cannabinoide, separado desde hacía un año y con pésima suerte con las mujeres. Pero me había enrolado en un curso de teatro desde hacía unos meses y me había largado al mundillo de los concursos de comedia y esas cosas para las que naturalmente no contaba con el apoyo de mi viejo, recién separado y con una paranoia galopante en su caso. Había vuelto a fumar y, fiel a su estilo, lo hacía a lo grande: Benson & Hedges en caja. Por aquellos días me había anotado en un concurso en el Varieté, un galpón palermitano. La obra se llamaba "Je Hais Les Mimes". Consistía en una pelea territorial entre un mimo y una estatua viviente. La obra terminaba con el mimo acribillado a balazos. De fondo, siempre sonaba "La Vie en Rose". El mimo lo hizo una compañera de teatro y yo hice de estatua viviente. La producción corrió por cuenta de Chèrie, que me pintó de blanco y me hizo una peluca de estropajo divina. Ella y yo recién nos conocíamos y la posibilidad de estar juntos estaba lejos, aunque me moría por dentro cuando la tenía cerca.
Hice mi número y cuando salí, me cambié, me saqué la pintura y busqué luego en el salón a mi viejo. No estaba. Raro, había dicho que iba a ir. Me acomodé en una de las mesitas del fondo, para ver al resto de los números que competían. En la mesa, medio arrugados, había una caja de Benson y 2 puchos descansaban apagados en el cenicero.
Es un misterio el motivo que hace que, de a poco, comience a recuperar recuerdos como estos...