Hasta que llegue el telegrama

Este blog funcionará hasta que llegue el telegrama de renuncia o despido...

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Thursday, March 08, 2007

In Memoriam (Huberto ¿?.11.2003 - 08.03.2007)


















El muy cabrón se las venía gastando demasiado rápido. Tarde o temprano sabía que le iba a pasar y, un poco por fatalista y otro poco por desidia (por más que la culpa no es lo mejor en estos casos), el balcón mantenía su formato original. Esta mañana lluviosa con alerta meteorológico me sacó de la cama con los maullidos de Timo, mi fiel compañero literario, que está en el cuerpo de un gato porque no le queda otra. Ella me pregunta qué pasa que el gato maúlla a todo lo que da.
“Deben haber salido al balcón, la puta que los parió”.
Salgo hecho un demonio y, efectivamente, Timo está en el balcón. Al que no encuentro por ningún lado es a Huberto, esa belleza siamés gris plata de ojos celestes que alguna vez inspiró uno de los cuentos que más me gustó escribir. Lo busco afuera y adentro, arriba de la heladera donde dormía sus siestas y presiento que su historia ya estaba escrita desde el momento en que lo rescaté de la baranda seis veces. Cuando uno tiene gatos sabe que si no son los tumores de la vejez, lo más probable es que se los lleve una caída o que se pierdan en la noche. Comienzo a balbucear nervioso y ella ahora está en la cocina y yo que repito “se mató” como un autista y voy al placard a buscar algo de ropa y calzado para ir hasta planta baja. Ella comienza a tener su crisis nerviosa, me pide que me calle que cree que lo escucha y yo por ahora mantengo la calma propia del que sabe que ahora hay que hacerse cargo. Presintiendo lo peor llevo una bolsa de nylon negra que manoteo en el apuro. ¿Cuántas veces hice el chiste que el día que no lo encontrase lo iba a ir a buscar con una espátula y una bolsa negra? ¿Cuántas realmente pensé que iba a hacerlo una mañana lluviosa de alerta meteorológica?
El ascensor para en el 15 y una señora que debería subir se excusa. Mi cara de desencajado la debe haber inhibido. Un par de pisos más abajo se sube alguien, no sé quién, cuántas personas ni si dije buen día. Sólo recuerdo llegar a planta baja y dar toda la vuelta por el jardín de la torre. Buscar y buscar el cuerpito con la bolsa en la mano y no encontrarlo y creer que seguro se escondió en algún lado y no lo buscamos bien. Hasta que mis ojos ven el tacho de basura y al lado una bolsa de nylon negra de consorcio y camino hasta ella y ya con agarrarla se que él está ahí o donde él habitaba. Y como hasta que no lo veo no lo creo abro la bolsa y un grito parte en mil pedazos una cuadra tranquila de Olivos porque Huberto murió y yo, que perdí un hamster, un conejo y una gata, que perdí dos abuelos y un padre y sigo vivo, me deshago en un llanto bobo que no alcanza para lágrimas. Esa imagen no la describo, me la llevo a la tumba, como nunca voy a describir cuando vi a mi padre ya sin vida. El encargado sale y me ve y me explica algo que no sé, no le entiendo, me pregunta cómo y yo respondo lo primero que se me ocurre, los paseos en la baranda y no me doy cuenta que lo agarré a Huberto y mi mano se manchó con la sangre que le quedó en la cabecita, mi vida, ¿habrás muerto antes de tocar el suelo de un infarto? Voy al baño del jardín para lavarme no sale agua y Oscar me sigue y me dice que abra la otra canilla y me pregunta qué quiero hacer y lo enterramos atrás de la pileta, busco una pala, me ofrece. Y yo que todavía tengo que enfrentar lo peor, decirle a ella que su gato hermoso, su hijito, como ella le decía, no está más, que murió. Espero el ascensor y se abre con vecinos que van al subsuelo. No quiero que me vean llorando, me corro a un costado y subo en el otro. Lloro. Me miro al espejo, no lo puedo creer. Su ausencia. Lo peor de la muerte no es el dolor de ese cordón temporal que se rompe y ahora sí-ahora no. Lo peor de la muerte es acostumbrarse a la ausencia. Esas charlas largas que podía sostener maullando, el show con el atún, ese cuerpo largo y delgado que se estiraba para recibir caricias. Y ella, que lo malcriaba, su hijito malcriado que se le sentaba en el regazo a la hora de la cena y le rompió ojotas, medias, bolsas, todo lo que tenía a mano. Llego al piso 16 y me abre y le digo y me abraza pero me rechaza, llora, repite pobrecito, no quiero otro gato, mi hijito y pienso en darle algo para que se calme pero no hay y le ofrezco un té mientras lloro pero trato de mantenerme fuerte porque la tengo que contener y mientras no lo puedo creer. Afuera sigue lloviendo con alerta meteorológico. Nos abrazamos en el sillón y Timo se mete entre nosotros porque sabe, su memoria es corta pero la ausencia es así, despiadada hasta para un bicho tan sencillo. Y lloro porque tengo miedo que su ausencia lo deprima y se me vaya él también. Y ahora ella me consuela a mí porque no puedo creer que Huberto se murió y la puta madre que lo parió, pero uno cuando tiene gato sabe que son cosas que pueden pasar y el placer de tenerlos tanto tiempo no tiene comparación con la muerte que al final nos alcanza a todos pero mientras escribo esto pienso en él y en que ya no está y en frases que se me venían a la cabeza con dios, que no tiene nada que ver con esto porque está para cosas más cósmicas, como plantear las leyes de la física que determinan que un cuerpo cae y dios no podía hacer un excepción con los 16 pisos entre el balcón y la planta baja y yo sigo sin poder creerlo. Le avisa a mi suegra por teléfono que llena de sabiduría nos transmite una oración. Lo abrazo a Timo, ella se va a trabajar, yo estoy de vacaciones. Le aviso a mi madre que llora por el teléfono y yo estoy como estúpido, repitiendo frases como para consolarme sabiendo que es así, por más que no quiera resignarme y la culpa trate de carcomerme y piense en no tener otro después de él. Y cuando se enteren los abuelos de ella y tener que revivir el relato contándole a mis amigos…
Con el tiempo espero poder recuperar el ánimo y las ganas de tener otro tal vez, como me prometí tener siempre. No termino de resignarme a la idea de que Timo no tenga compañía y, además, tenerlos es realmente una de esas experiencias que en el saldo de una vida humana, al menos en el saldo de la mía, fue y es maravilloso.

1 Comments:

Anonymous Anonymous said...

abrazos amigo.

10:28 AM  

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