El atrapasueños en la cabecera de la cama funciona casi siempre. Casi, porque cuando em deshidrato, mi organismo funciona de una manera un tanto extraña. Una pesadilla violenta converge a despertarme con la boca pastosa.
En esta, estábamos en la casa del presidente, Chèrie y su hija eran amigas en el sueño. Estaba Cristina en un estudio al lado de la habitación donde estábamos. Llegaba no sé porqué Aito. Mostraba una bolsita ziploc con faso. En un momento se queda a solas con la pequeña K. De repente escuchamos que grita y llora. Creo que el pregunto cómo no se dio cuenta que era la hija del presidente y qué le hizo. Me dice que sólo le ofreció licor. Automáticamente se llena el lugar de guardaespaldas y lo agarran a Aito. Antes de pegarle, uno de ellos, cara de servicio mal, le acaricia violentamente el pelo, con impunidad, cerrando el puño mientras sostiene un par de mechones entre los dedos. El golpe se viene en cualquier momento. Nos apuntan con armas.
Lo agarran de los pies y lo ponen boca abajo y le dan mal, no sé si en la cabeza, no recuerdo.
Me despierto con total naturalidad, manoteo una de las botellas al costado de la cama. Sigo durmiendo. Mañana Aito cumple años.