Amiga es lo más. La quiero mucho, y podemos ser amigos por uno de esos misterios extraños (es linda, no puedo decir que en un universo paralelo no le daría, pero es amiga y preferimos mantener ese status). Siempre me nutrí de ella para construirme un mapa del universo femenino, pese a que es del tipo de minas que la tiene clarísima, no tiene calle, tiene avenida de doble mano y 4 carriles. Así habla y así se expresa.
Acaba de ponerle el cierre a un cogiente, que la iba de novio, y ya había tenido demasiado novio hasta hace un tiempo como para bancarse lo peor de un noviazgo de vuelta (cuestionamientos, preguntas, indagaciones). El pibe tenía un regalo para ella. Nos reíamos mucho, cruelmente.
Y me acordé cuando L, una mujer que me engatusó como sólo una estudiante de medicina puede hacerlo, me había empujado a regalarle un zoológico de peluches. Eran amuletos para cada examen. En ese momento estaba tan limado que los bautizamos con nombres de DJs (Sasha era una panterita negra, y el resto no me acuerdo pero era ésa la lógica). Obviamente en áquel entonces mi capacidad de comprensión de las mujeres, de 1 a 10, era i (para los que no manejan conjuntos, pertenece a los números imaginarios, algo que nunca entendí, el chiste es que estaba fuera de escala). La relación con L duró un mes, me rompió el corazón con la delicadeza de un cirujano, clean cuts de sinceridad después de anestesiarme 30 días con gestos de novia que prometían amor y comprensión...(debería haber sospechado que sus neurósis y mis nervios a la hora de ir a los bifes eran motivo más que suficiente para que lo nuestro no funcione)...
La cuestión es que me acordé de esos peluches...y me reía escuchando a Amiga hablar de como los odia, ositos insulsos que dicen "te amo", que solo sirven para juntar polvo en una repisa...hasta que los tirás de una vez...