Esta guerra de baja intensidad entre el kirchnerismo y fontevecchia me tiene los huevos llenos.
Desde Perfil y Noticias no hacen más que sacar revistas denunciando todos los chanchullos de la administración K. Para variar, la operación de prensa (independientemente de que lo que denuncien sea cierto o no, porque en el fondo está el lamento de la falta de pauta oficial) se apalanca con afiches y comercial en tanda de TV que arranca con un "Esta semana en Noticias" y tiran la bomba. Obviamente, la inteligentsia K tiene a mano sus herramientas. Con la revista Debate se acicalan y tratan de hacernos creer que estamos siendo conducidos por gente que posee una preparación intelectual seria y, con la revista 7 Días, le pegan a Fontevecchia con una estrategia clásica de la política chica: la igualación. Ellos no salen a desmentir los chanchullos: salen a decir que Fontevecchia laburo para Videla & co durante la dictadura como propagandista. Y empapelan la ciudad con los afiches correspondientes. O sea: en vez de pelear como caballeros, si me tirás al barro, te tiro barro y nos vamos al barro todos.
A su vez Fontevecchia no sale a desmentir tampoco, y ahí empieza la seguidilla de ajustes de cuenta, donde Fontevecchia descubre en la última edición de Noticias a otro testaferro de kirchner (y van...) para lo cual sale otra tanda más de 7 Días a empapelar la ciudad acusando a Fontevecchia otra-vez-de-nuevo de operar para los milicos durante la Dictadura. Mientras, por las dudas, en Santa Cruz, según me comentaron, se dedicaron a agotar la edición de Noticias directamente de los kioskos, por si las moscas.
Todo esto me llevó a recordar mis años dorados de facultad, en los que trataba sin éxito de militar en una organización de estudiantes para expulsar a la mierda de Franja Morada que tenía un verdadero negocio montado sobre fotocopias de apuntes, mientras la calidad institucional de la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA se iba al bombo, sin concursos docentes, ni pago a a ayudantes, etc.
Cuando los volantes de TNT, la agrupación en cuestión, denunciaba a la Franja y sus matones (sí, tenían batatas gestionados por el mísmisimo Coti Nosiglia), los pichones de radicales no salían a desmentir nada. Se dedicaban a acusar infundadamente a la gente de la TNT, adjudicándoles subsidios de ñoquis, lazos con el trotskismo, fumar marihuana y otras fábulas.
Desde ese momento, la política me dejó de interesar como herramienta para transformar la realidad y comenzó a interesarme más como fuente de ficción para algún día escribir la novela perfecta.
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